domingo, 21 de febrero de 2010

Si quieres consagrarte a Dios recuerda...

  • Quieres entregarte por completo a Dios; desde ahora no te pertenecen tus ilusiones, tu vida, tus proyectos, el amor, la compañía, el honor, el dinero, la fama... Siempre que los persigas estarás apartándote de la Llamada.

  • La vocación, la llamada de Dios no se pierde, pero puedes dejar de oirla si no permeneces fiel diariamente a tu entrega total, a los propósitos que te marcas por encima de las dificultades.

  • Las dificultades, miedos y sufrimientos son inherentes a la vocación. De ahora en adelante cuenta con ellos, vendrán momentos de aburrimiento, de soledad, de dudas, incomprensiones de quienes te rodean... Pero la recompensa merece el esfuerzo del camino

  • La perfección no es de este mundo y lo que importa es tu esfuerzo cotidiano de superación, no los frutos.

  • El desánimo es la tentación de abandonar lo grande. No te desanimes si te sientes incapaz de salvar al mundo, de ser lo suficientemente generoso. No te desanimes si ves a tu alrededor la dejadez de algunos consagrados, cuando te encuentres sólo en tu ideal, cuando veas la indiferencia de los que deberían ser mejores.

  • Sin una vida constante de oración, sin la amistad con Dios, pronto estarás más cerca del "suelo" que del "cielo" y no merecerá la pena tu sacrificio de hoy.

  • Una tentación constante en tu vida va a ser la de recuperar aquello que hoy dejas. La renuncia ha de ser gozosa y libre, no amarga y resignada.

  • Y recuerda diariamente que la felicidad en la vocación depende directamente de la radicalidad en la entrega. Dios jamás defrauda a quien pone "toda la carne en el asador" por la construcción de su Reino.
vocacionescritotellama.blogspot.com